jueves, 25 de febrero de 2010

SE BUSCA LA HISTORIA DE UNA FOTOGRAFÍA

La conocida revista "Selecciones" del Reader's Digest, periódico fundado en 1922 por DeWitt Wallace y Lila Acheson Wallace, hacia comienzos del año 1958 era publicada mensualmente en español, en la calle  25, nº 105 de ciudad de La Habana, Cuba, siendo su director el señor Eduardo Cárdenas. En Argentina era impresa por Guillermo Kraft Ltda, en calle Reconquista nº 319, Buenos Aires. Además se publicaba en diferentes idiomas: alemán (en Stuttgart); árabe (en El Cairo); danés (en Copenhague); finlandés (en Helsinki); francés (en París); italiano (en Milán); japonés (en Tokio); noruego (en Oslo); portugués (en Río de Janeiro) y sueco (en Estocolmo).

En América se vendía, aparte de nuestro país, en Bolivia, Brasil, Colombia, Costa Rica, Cuba, Chile, Rep. Dominicana, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú, Puerto Rico, Uruguay y Venezuela.

Esta introducción es a los efectos de poder demostrar que, cuando hablamos de la revista "Selecciones", hay un buen número de lectores en todo el mundo que saben de que se trata. Una revista con buena crítica por un lado y, por el otro, tildada de exagerada en lo que se refiere a sus artículos  de adelantos en materia de tecnologías y ciencias, no faltaba en las bibliotecas de ningún hogar...

Ahora bien, al salir el tomo XXXV, Nº 208 del mes de Marzo de 1958, el mundo pudo observar que tanto en su tapa como en la contratapa, había una imagen fotográfica de J. D. Barnell, titulada: "Pintor en el Parque San Martín de Salta".


Como se observa, la ilustración está ambientada a orillas del lago cercado con una buena cantidad de palmeras; un hombre con cabello semicanos, lacios y engominado, tal cual la ápoca a que nos referimos, abrigado con una campera de cuero marrón con puños, cuello y cintura de piel marrón, pantalón color arena con botamanga en puño y zapatos oscuros. Alrededor del artista, siete niños en la tapa y dos en la contratapa. A la izquierda, un niño que solo muestra parte del dorso y sus piernas, sentado en una piedra. A su lado, una niña con tapado y sombrerito de color rojo, le sigue un niño de pantalón gris con poncho pequeño rojo con rayas claras; tres niños, dos con corbatas y el tercero con un poncho azul a rayas. A la derecha del pintor un niño con poncho rojo a rayas. En la contratapa se observa un niño sentado con saco azul y corbata y a la derecha, otro niño con un poncho a rayas multicolores.


Es perfectamente visible que la escena está "armada", ya que el lienzo que supuestamente está pintando el artista, no se encuentra en un bastidor, sino que es un cuadro, con marco y todo, incluso la imagen no representa al lago, sino que es una fuente, posiblemente del msimo parque. De todas maneras no se duda de que la persona sea un verdadero pintor y que debido al tiempo requerido para la fotografía, no valía la pena ponerse a pintar un nuevo cuadro.

Busqué sobre los protagonistas de esta imagen por todos lados, incluso en los repertorios de la hemeroteca del archivo histórico de Salta, pero sin resultados. Por lo que apelo a mis lectores, si es que saben de la historia de esta fotografía que en 1958 recorriera el mundo, me la hagan llegar... Gracias.

martes, 23 de febrero de 2010

LA BATALLA DE SALTA

Bartolomé Mitre, cuando habla sobre la Batalla de Salta y los días previos a la misma, abunda en detalles geográficos y hechos acaecidos en esas patrióticas jornadas de febrero de 1813. Por ello, y para ubicarnos perfectamente en esos lugares de nuestra Salta, vamos a recorrerlos y reconocerlos tal como se los conocía a proncipios del siglo XIX en una experiencia que considero por demás interesante.



Esa misma tarde del día 13 de febrero de 1813 en que se había juramentado la Enseña Patria en el antiguo Río Pasaje y, a que a partir de ese día se llamaría: "Río del Juramento", el ejército patriota a cargo del General don Manuel Joaquín del Sagrado Corazón de Jesús José Belgrano continuaba su marcha. Distaba 26 leguas de Salta y el enemigo no la había sentido aún. El 14 fue sorprendida por la vanguardia patriota la avanzada real situada en Cobos, dejando en el campo algunos muertos y prisioneros. Los pocos que escaparon, no supieron informarle a Tristan si se trataba de una partida suelta o una parte del ejército patrio en marcha. El general realista pensó que se trataba de un hecho aislado.



El tiempo no lo ayudaba a Belgrano, pero aún así, avanzaba por los malos caminos y las continuas lluvias. Atravezó La Ciénaga, siguió a La Cabeza del Buey, llegando bajo un copioso aguacero a Cobos, donde encontró establecida su vanguardia. Siguió su marcha por los cerros y por el valle de La Ramada, remontando el arroyo que iba crecido. Al llegar a la Punta del Ojo del Agua, donde el camino se bifurca, mandó su vanguardia por el camino de la izquierda, hacia el Portezuelo (Grande y Chico), única entrada conocida de la ciudad; al tanto que él con el grueso del ejército, tomó el camino de la derecha a Lagunillas (o La Lagunilla), donde acampó el día 18, a 3 leguas de su objetivo, sin que el enemigo sospeche de su presencia.


Cuando al fin el general Pío Tristán se persuade del movimiento de Belgrano, espera el ataque patriota por Los Portezuelos, donde reconcentrara su vigilancia. Previo un prolijo reconocimiento del terreno, acompañado por su Estado Mayor, manda a fortificar y artillar el sitio mencionado, pensando que al entrar por allí el enemigo, serían ventajósamente batidos.




La vanguardia patriota llega hasta Higuerillas donde se enfrenta con la realista que se encontraba resguardada en el Zanjón de Sosa; mientras tanto, Belgrano, asesorado por el capitán don José Apolinario Saravia, conocido como "El Chocolate" por el tono oscuro de su piel, de que existía otra senda oculta más al norte, por la Quebrada de Chachapoyas. A ésta la forman dos serranías, del sur y del norte, entre la prolongación del Cerro San Bernardo por el este y la cadena montañosa que limita el inmediato valle de Mojotoro. A 143 metros sobre el nivel del valle de Lerma, se alza una agreste garganta del mismo nombre, disimulada por una rica vegetación arbórea. El ejército pasa por este punto en la tarde del 18 de febrero bajo una espesa lluvia, dando paso a la artillería y a 30 carretas del bagaje. Al amanecer del día 19 se hallaba el ejército de Belgrano en la hacienda de Castañares, a una legua de Salta.


El general Tristán recibe el parte con la novedad de que el enemigo se encontraba a la retaguardia, sin saber de la existencia del paso de Chachapoyas, exclamando: "¡Sólo que fueran pájaros!"; pero subiendo a una altura se cercioró por si mismo de la verdad, por lo que varió de posición sus tropas, dando ahora frente al norte.



Los patriotas formaron en cinco columnas paralelas de infantería en línea de masas, con ocho piezas de artillería divididas en secciones a retaguardia; dos alas de caballería en la línea de batalla y una columna de las tres armas con cuatro piezas de artillería, formando la reserva. Decía Mitre que esta formación tenía sus vicios por la dispersión de la artillería y la colocación de un ala de caballería contra el cerro que no le permitía obrar. En cambio, la formación del enemigo era más hábil ya que se consultaron los accidentes del terreno para la distribución de las armas. Con un fuerte de 3.500 hombres, Tristán formó dos líneas. En la primera colocó tres batallones de infantería, avanzando por el pié del San Bernardo con una columna ligera de 200 hombres. Sobre la izquierda de su primera línea desplegó un cuerpo de 300 jinetes y al frente de la primera línea estableció diez piezas de artillería. La segunda línea se componía de dos batallones en columna y en la retaguardia estaba la reserva y el parque.


Así quedaron toda la tarde del 19 hasta el amanecer del 20 de febrero de 1813, el cielo gris se abrió dando paso a los rayos del sol. Belgrano había amanecido muy enfermo, pero aún así comenzó el avance hacia Salta junto a sus hombres y capitanes como el Tte. Cnl. don Manuel Dorrego; el Cdte. don José Superí y don Francisco Pico; el Sgto. My. don Carlos Forest y el Cdte. don Benito Alvarez; el Tte. Cnl. don Cornelio Zelaya; el Capitán don Antonio Rodríguez; el Tte. Cnl. don Gregorio Pedriel; el Sgto. My. don don Diego González Balcarce; el Capitán don Domingo Arévalo, los Tenientes don Antonio Giles, don Juan Pedro Luna y don Agustín Rávago; el Cap. don Francisco Villanueva y don Benito Martínez y el Teniente de Dragones don José María Paz que sería con el tiempo uno de los primeros generales de la América del Sur; el Mayor General don Eustaquio Díaz Vélez; el Cnl. don Martín Rodríguez. Con la reserva marchaba el General Belgrano, llevando la nueva bandera azul y blanca que por primera vez recibiría el bautismo de fuego y sangre.


La lucha comienza con el ataque sobre la izquierda realista con dos compañías de cazadores apoyadas por la caballería, siendo herido el mayor general Díaz Vélez retirándose del campo. Belgrano dio la orden de atacar la columna ligera que estaba en las faldas del cerro San Bernardo y a la vez se atacase el ala izquierda del enemigo, orden que Dorrego cumplió recuperando el terreno perdido, viéndose al enemigo replegarse con desorden a la ciudad, siendo seguidos por los otros batallones de refresco atemorizados y desorganizados. El centro enemigo, mostró mayor firmeza, pero fue superado por Superí y Forest abandonando parte de su artillería, una bandera, varias cajas de municiones, dejando el suelo cubierto de muertos y heridos y algunos hombres ahogados en el tagarete. El flanco derecho de Tristán, que ocupaba las laderas del San Bernardo, también fue vencido rindiéndose la mayor parte.


Un vivo fuego se hacía sentir en la ciudad, pues el ejército patrio se había precipitado a las calles, atravesando el Tagarete (Av. Entre Ríos) y llegando hasta cerca de cuadra y media de la Plaza Mayor, cuyas avenidas estaban fortificadas con fuertes palizadas, y se posesionaron del templo de la Merced, desde cuya torre hicieron tremolar en señal de triunfo un poncho de colores argentinos, que hizo las veces de bandera, luego de tres horas de fuego, el ejército de las Provincias Unidas había vencido.



El grueso de los realistas, desobedeciendo a Tristán se refugiaron en la iglesia - catedral (actual confitería New Times), donde una porteña subió al púlpito exhortándolos a cumplir su deber, pero el temor de la tropa pudo más que los improperios vertidos por la animosa mujer.

Al realizarse las capitulaciones, los dos ejércitos se encontraban frente a frente, el realista dispuesto a entregar las armas y la plaza y el patriota para recibir las armas y entrar en ella. El ejército español estaba compuesto de americanos, incluso Tristán y Goyeneche lo eran, por lo que Belgrano dispensó a su humillado rival de la vergüenza de entregarle personalmente su espada, y recordando su antigua amistad, le abrazó tiernamente en presencia de vencidos y vencedores.


Los trofeos de esta victoria fueron: 3 banderas, 17 jefes y oficiales prisioneros en el campo de batalla, 481 muertos, 114 heridos, y 2.776 rendidos, incluso cinco oficiales generales, 93 de la clase de capitán a subteniente y 2.683 individuos de tropa; en todo, 3.398 hombres, que componían todo el ejército de Tristán, sin escapar uno solo. Además 10 piezas de artillería, cinco de ellas tomadas en el combate; 2.188 fusiles, 200 espadas, pistolas y carabinas, todo su parque, su maestranza y demás pertrechos de guerra. Los anales argeninos no recuerdan un triunfo más completo. La pérdida del ejército patriota consistió en 103 muertos, 433 heridos y 42 contusos: en todo 378 hombres.


En medio del campo de Castañares fueron enterrados los muertos de ambos ejércitos, en una fosa común, y sobre ella se levantó una gran cruz de madera con esta sencilla y elocuente inscripción: "Aquí yacen los vencedores y vencidos el 20 de Febrero de 1813."

domingo, 21 de febrero de 2010

AHI TE MANDO PRIMO EL SABLE

A la biblioteca de Salta Nuestra Cultura llegaron los dos volúmenes de "Cuatro Siglos de Literatura Salteña", escrito por nuestro querido y siempre recordado poeta salteño Walter Adet, obra exquisita y de mucha utilidad a la hora de recorrer las letras producidas por escritores de "La Linda". Del primer tomo, página 38, 39 y 40 extraemos una "letrilla" compuesta, como dice el autor: "luego del triunfo del 20 de febrero"; pero dejémosle hablar a don Walter desde su libro:


FICCIÓN PATRIÓTICA DE 1813. Dada a conocer primero por Estanislao Zeballos en su Cancionero Argentino, fue reproducida por Bernardo Frías en la Historia de Güemes y de Salta y por Juan Alfonso Carrizo en el Cancionero Popular de Salta. Se presume que su autor pudo haber sido el salteño Don Gaspar López y Sosa, compañero de estudios del general Paz. La "letrilla" fue compuesta luego del triunfo del 20 de febrero al descubrirse una carta enviada por Tristán a su primo hermano Goyeneche, en la cual le pedía "hiciera cambiar la vaina a un sable que le mandaba".


Ahí te mando, primo, el sable;
no va como yo quisiera;
del Tucumán es la vaina
y de Salta la contera.


Cercado de desventuras,
desdichas y desaciertos,
no distingo sino muertos;
no veo sino amarguras.
Los hijos de estas llanuras
tienen valor admirable;
Belgrano, grande y afable,
a mi me ha juramentado,
y pues todo está acabado
ahí te mando, primo, el sable.


Cada jefe testimonio
dio de ser un adalid,
Díaz Vélez, más que el Cid;
Rodríguez como un demonio;
Aráoz por patrimonio
tiene la índole guerrera,
de Figueroa a carrera
me libré si no me mata.
Estoy ya de mala data;
no va como yo quisiera.


Forest, Superí y Dorrego,
Pedriel, Álvarez y Pico,
Zelaya en laureles rico
y Balcarce britan fuego;
Arévalo de ira ciego
en sus ardores no amaina;
me han cebado una polaina
los tales oficialitos;
y cantan estos malditos:
del Tucumán es la vaina.


Por fin ese regimiento
llamado "número Uno"
con un valor importuno
me ha dado duro escarmiento;
y es tanto mi sentimiento
que ya existir no quisiera
pues la fama vocinglera
publicará hasta Lovaina
que es del Tucumán la vaina
y de Salta la contera.


Post - Data


Aseguran por muy cierto
que a Goyeneche, Tristán,
con un soldado alemán
esto escribió medio muerto:
que aquel tuvo a desacierto
haberse juramentado,
por lo cual desesperado,
dijo al verse sin arrimo:
maldito sea mi primo
y el padre que lo ha engendrado.


Fuentes:
ADET, Walter  "Ficción Patriótica de 1813" en CUATRO SIGLOS DE LITERATURA SALTEÑA 1582 - 1981 Volumen I. Pp. 38, 39 y 40. Ed. Del Robledal (2da. Ed.): Min. de Educación - Sec. de Cultura de la Prov. de Salta. Salta: 2007.


Imagen: "Batalla de Salta" extraída de http://revisionistas.com.ar/wp-content/uploads/2008/09/batalla_de_salta.jpg

martes, 16 de febrero de 2010

HUACHANA

La tradición cuenta que la imagen de la virgen se le apareció a la niña Telésfora Verón, pero cuando ella comentó lo sucedido nadie le creyó por lo que la familia fue expulsada al paraje Taco Punco, donde la virgen continuó apareciéndole a la niña, lo que motivó el enojo del comisario del pueblo que quemó el churqui donde la imagen se daba a ver, en medio del fuego la virgen se materializa en madera, presentando un dedo quemado, por lo que también se la llama "La Motita". Dicen que después de esto, la imagen fue robada y llevada a Salta, desde donde fue recuperada por la misma familia Verón y regresada a Taco Punco. Años después, un hermano de Telésfora, de nombre Tránsito Verón, la lleva a Huachana donde levanta un oratorio donde es venerada bajo su responsabilidad dos días al año: el 2 de febrero y el 31 de julio. Esta tradición la continúa el hijo de don Tránsito, Juan Dimas Verón hasta 1976 en que dona la imagen, el oratorio y una hectárea de tierra al Obispado de Añatuya, año en que se deja de lado a la celebración de febrero y se da primacía a la del 31 de julio. En 1980 se inaugura la actual capilla.



Salta Nuestra Cultura, gracias a la gentileza de un amigo que hoy no se encuentra entre nosotros, don Ángel López Conchillos, guarda la copia de una carta escrita y firmada por el propio Juan Dimas Verón, en 1967, cuando aún era "Síndico Propietario de la Vírgen de Huachana" y se domiciliaba en la calle Ameghino 331 de la Ciudad de La Banda (Stgo. del Estero), haciéndole notar a don José López de El Quebrachal, "una necesidad desde hace largo tiempo sentida, me refiero a la conveniencia de mejorar las condiciones de tránsito del camino que conduce desde esa provincia de Salta a esta provincia, hasta la localidad de Huachana, Capilla de nuestra Patrona del lugar, en una distancia de 25 kms., más o menos, según estoy informado, para que los procesantes salteños puedan llegar a visitarla sin ningún inconveniente."



Claro que, para materializar esa iniciativa era necesario el esfuerzo mancomunado de todos, tanto de salteños como de santiagueños, por lo que Verón le pedía a López, una decidida colaboración, a fin de que entre las personas de buena voluntad, forme una colecta voluntaria y así con esos fondos pueda tener para agosto próximo en buenas condiciones la ruta de referencia. Agregando posteriormente: "Para investirlo a ud., de mayor autoridad, de manera que nadie pueda desconfiar de sus generosas gestiones, le adjunto una autorización debidamente sellada y firmada por el suscripto... ...también le remito una lista en la que deben firmar los contribuyentes y consignar sus aportes".


El camino de Salta a Huachana, siempre fue un problema, si era en verano (para el dos de febrero), las lluvias anegaban los mismos y los barriales se hacían impasables para los peregrinos promesantes; si se trataba de invierno (para el 31 de julio), el polvo suelto, junto al viento y el frío se tornaban en una gran molestia. Los salteños eligieron el polvo del invierno a cambio de las lluvias de verano, y como el mayor porcentaje de promesantes lo aportaba Salta, posiblemente esto declinara la decisión del Obispado de Añatuya, en 1976, de elegir el día de la virgen en julio.



De todas maneras, en Salta y, especialmente en la zona de El Quebrachal, en la tercera sección del departamento de Anta, "Las Huachanas", como popularmente se conocen estas fiestas religiosas, se celebran en febrero. Las mismas comienzan en el paraje "Las Margaritas", entre los pueblos de Gaona y El Quebrachal, en casa de la Familia Arias, con la novena que comienza el 23 de enero y la fiesta el 1 de febrero. Es ésta la fiesta más grande y concurrida de nuestra provincia; después, cada cuidador o propietario de una imagen de la virgen, organiza sus fiestas, como la que se hizo en la casa de la familia de Ciprian Giménez, conocido como "El Mocho", en finca San Agustín sobre la ruta a "Canal de Dios", el día 6 de febrero; o la de la familia de los esposos Julio César Ríos y Dina Mendoza, del paraje "El Mangrullo" en cercanías de la finca "La Florida", en medio del monte quebrachaleño, a aproximadamente 30 kms de esa localidad.


Salta Nuestra Cultura estuvo presente en esta última fiesta, la de Ríos, en honor a la Vírgen de Huachana, la que se iniciara con una peregrinación, donde hombres y mujeres cargaban la imagen por espacio de 12 kms de recorrido entre el paraje "El Porvenir" y "El Mangrullo", por senderos de monte espeso y bordeando un largo canal de riego, hasta llegar al lugar. El camino, lleno de especies nativas como algarrobos, cebiles, quebrachos, guayacanes, ceibos, etc., guardaban nidos de pájaros autóctonos y distintos tipos de aves, resaltando por su mayoría y bullicio, las catas, calas y loros que volaban de un lado a otro en ruidosos graznidos, asustados por los golpes del bombo legüero y la melodía del himno a la virgen que surgía de un acordeón y de una armónica. Este acompañamiento musical solo se callaba cuando la rezadora comenzaba las oraciones que el resto repetía solemnemente.



Al llegar a la casa de los ofertantes, (el matrimonio tiene 7 hijos, una de ellos es abogada, tres cursan estudios terciarios y universitarios y el resto secundarios en El Quebrachal), entronaron la imagen en un lugar preparado a tal fin, bajo una pancarta que rezaba "Gracias Virgen de Huachana. Familia Ríos". Al lado de esta imagen, se entronizó otra perteneciente a la familia de don Dardo González, capataz de la finca "La Florida" quien también se adhería a los festejos. Los participantes y peregrinos comenzaron a dejar cientos de velas en paquetes para iluminar las imágenes y luego pasaron a sentarse en mesas discriminadas bajo las sombras de los árboles y techos de la casa.



Los dueños de casa sirvieron asado a todos los presentes y, como es costumbre en la zona, la bebida se vendía fresca y a precio muy accesible a pesar de lo lejano del paraje sin provisión de energía eléctrica y otros servicios esenciales.



 Aproximadamente cada media hora, los músicos se acercaban a las imágenes y le rendían los honores musicales, acompañados por el movimiento rítmico de banderas multicolores agitadas por los promesantes. Estos colores representaban a las familias presentes.



En un aparte, algunos presentes hicieron un "queso" en la tierra, humedecido con vino y cerveza y se pusieron a tirar con destreza la taba. Poco a poco comenzaron a florecer los billetes apostados en el polvo, los que eran retirados cada vez que caía el hueso en vuelta y media, en suerte, culo, pinino o nada, entre medio de cuentas, vueltos y deudas que solo ellos se entendían...




Más tarde, en la cancha de fútbol de la casa, se organizó el cuadrangular de fútbol, a cargo del árbitro David Ríos, conocido como "Chavilo", resultado ganador uno de los dos equipos que presentó "Talavera", quedando "La Florida" y "El Quebrachal" a la espera del año que viene para volver a tener otra chance.




Cerca de la caída del sol, una nueva procesión por las casas adyascentes llevaba la imagen de la virgen con sus bendiciones que eran humildemente recibidas en la casa de los Gil, donde funcionaba la vieja escuela de "El Mangrullo" y que aun conserva la base del mástil en el patio de tierra;




 la de don César Abraham de ochenta y tantos años, que aun se encuentra internado en el hospital San Bernardo de Salta, luego de ser atacado por un oso "Hormiguero - Bandera", cuyas uñas se muestran en la imagen



 y la casa de don Ramón Campos, un poco más alejada... En esta procesión se observaron a los gauchos vivar. "Vivar" significa la arremetida que hacen los gauchos a caballo, a los cuales los frenan de golpe, en seco como quien dice, para torcer las riendas y salir a todo galope en sentido contrario. "Vivar" es una expresión de alegría y destreza en la jineteada, por la que el centauro criollo rinde culto a la patrona del lugar. Para poder vivar se requiere un amanse y educación especial en el equino, no cualquier caballo es bueno para vivar y si no tiene un caballito vivador, mejor no se meta en estas jineteadas porque puede lastimar o salir lastimado.




Antes del anochecer, la concurrencia ascendía aproximadamente a las 1.000 personas que se ubicaban en el lugar para cenar, mientras el encargado del sonido, especialmente contratado, hacía encender el motor para brindar corriente eléctrica a fines de iluminación y el sonido de los conjuntos musicales que amenizarían el baile próximo a comenzar.



Afuera del alambrado, más de cincuenta vehículos, casi todos camionetas Ford modelos viejos, un símbolo de la época de oro en el campo, y cientos de caballos ensillados aguardaban quietos el comienzo del rezabaile... Pronto la multitud salió al patio de tierra danzando con alegría y donaire, los ritmos chamameceros de José Calermo y "Mingo" Ocaranza, célebres conjuntos de "Taco Pozo" (Chaco), salpicados de vez en cuando con sendos "Patios Criollos" (espacios en que se para de tocar el querido -por los lugareños- chamamé y se danza una chacarera, un gato y un escondido), para el lucimiento de hombres y mujeres que muestran su conocimiento en las danzas nativas...



En un momento dado y, avanzada la madrugada, los músicos pararon y el dueño de casa invitó a Rita Estela Ríos, espontánea coplera nacida en la zona, con domicilio en Salta, quien agradeció a la virgen y a los dueños de casa por la invitación y aclaró que las coplas que interpreta no son de su inspiración sino que las mismas las escuchó desde niña en esos parajes y que, posiblemente, los autores se encuentren entre el público asistente... Sus coplas fueron bien recibidas entre sapucai y aplausos...



Al amanecer sin que haya ocurrido ningun inconveniente, como era de suponer, terminó esta fiesta y Salta Nuestra Cultura emprendió el regreso en medio del monte que comenzaba a despertar entre trinos y la alegría del monte en verano...


jueves, 11 de febrero de 2010

DON ANTENOR SÁNCHEZ

A Don “Sanca” se le ha “Escapao” un Personaje…

Se entiende que toda obra literaria es una construcción que se realiza desde la ficción y se la condimenta con marcas que ayudan a crear efectos de verosimilitud en la misma. Por otra parte, hay teorías que afirman que las obras literarias tienen invariablemente una raíz que proviene de la realidad y es el autor quien moldea los hechos acaecidos y los personajes intervinientes y construye con su genialidad y virtud, convirtiéndolos en un producto de ficción, para ponerlos a disposición del lector.



De esta manera se dice que los sucesos que acontecen dentro de la obra atribuida a Homero, ya habían pasado por la tradición oral en los pueblos de la antigüedad. Que la obra que se la atribuye a Shakespeare había sido recogida por el autor en las cortes europeas. Incluso el mismo Martín Fierro de Hernández, lleva la marca de nuestro Héroe Nacional, el General don Martín Miguel de Güemes.



Pero la prueba más latente se observa en el famoso relato de don Juan Carlos Dávalos: “El Viento Blanco” (1922), de gran repercusión nacional y que fuera traducido, hacia 1952, al italiano, al francés, al alemán y al inglés. En el relato de esta obra, surge un personaje principal, don Antenor Sánchez quien “hacíase querer de sus peones porque, siendo superior a ellos, los trataba de igual a igual, con afecto de amigo. Lo respetaban porque era más hombre que todos ellos, y lo admiraban porque era capaz de acciones bellas y generosas. Toda su persona respiraba franqueza; sus grandes ojos negros expresaban perspicacia y lealtad. Era hidalgo de raza y gaucho por educación y por temperamento. Sin perder las cualidades de su casta, habíase asimilado todas las aptitudes físicas y espirituales del nativo. Y era sobrio como un indio, aguerrido como un indio, conocedor como un indio de las cosas del campo.” Conforme las palabras de don “Sanca”.

El Personaje Cobra Vida…

José Francisco Antenor Sánchez, nació el día 25 de enero de 1882, era hijo legítimo de don Antenor Sánchez y de doña Eliodora Ormeño, ambos unidos en matrimonio el día 25 de febrero de 1881 en la Parroquia de San José de Cerrillos (Salta). Su abuelo paterno se llamaba Napoleón Sánchez, vecino de Rosario de Lerma y sus abuelos maternos fueron Jacinto Ormeño, de Cerrillos y Carlota Villafañe, oriunda de Catamarca.

Recién el 29 de enero de 1882 el Cura Interino don Serapio Gallegos, el mismo que había casado a sus padres, bautiza solemnemente y pone óleo y crisma, ante la presencia de sus padres y de los padrinos don Manuel F. Gallo y doña Ricarda Gallo, a quienes se instruyó del parentesco espiritual con el bautizado y los padres de éste y de las obligaciones que, como tales padrinos, contraían.

El Niño y el Adolescente…

Don Antenor, tal cual lo conocieron, aunque el firmaba José Antenor Sánchez, tuvo una infancia acomodada, ya que sus padres eran comerciantes y dueños de propiedades rurales dedicadas tanto a la agricultura como a una de las actividades más importante de la época, la cría y engorde de animales mulares que se vendían en todo el ámbito de nuestro noroeste, como en las ferias de Coquimbo (Chile), Lima (Perú) y La Paz (Bolivia).

Terminó normalmente sus estudios primarios, iniciando los secundarios en el Colegio Nacional de Salta, donde, al terminar el segundo año, sufrió una injusticia por parte de uno de los profesores que lo había herido tanto que jamás quiso volver a estudiar. Esta terquedad en su decisión, hizo que su padre sentencie: “Si se niega a estudiar, tendrá que ir a la finca a trabajar”.

Se va Formando el Gaucho…

“En el campo –cuenta Antenor- tuve que trabajar en todo, sin exceptuar ninguna de las faenas del mismo”. Claro que no lo habían mandado premiado, tenía un montón de labores como un peón más, posiblemente para hacerle sentir la necesidad de seguir sus estudios, pero eso jamás ocurrió. Se manejaba en un caballito que nadie le quería herrar y a esa corta edad, desobedeciendo a un potrerizo llamado Pedro Valdiviezo, ensilló dos potrancas chúcaras de su padre, no obstante su corta edad, amansándolas a ambas con una destreza de la que no se explicaba. Al enterarse su padre, se sorprende de tal hazaña y en recompensa le regala dichos animales para que haga los relevos al pobre caballito con el que había comenzado su formación en el campo.



Los Arreos…

Siguió ensillando chúcaros hasta convertirse en uno de los mejores jinetes de la propiedad rural de su padre. Después entró a trabajar con arreos de ganado gordo para Chile, que había necesidad de apartar, para lo que se necesitaba buen caballo, teniendo que aprender a educar en la boca para no pasar vergüenza en los rodeos, perfeccionando sus aprendizajes en la provincia de Coquimbo (Chile) donde tuvo que estar varios meses por recomendación médica ya que sufría de paludismo y le dijeron que haga baños en el mar. Allí en el hermano país, ensilló varios caballos de sus amigos amansándolos y continuando con la educación en la boca de los animales. Un 6 de enero desfiló en las fiestas patronales de un pueblo llamado Diaguitas con un potro amansado por el mismo. En Chile aprendió que el hombre de campo se le dice “Maucho”, pues Gaucho es sinónimo de cuatrero. Allí conoció a don Crispolo Varela, quien le enseñó a trabajar los potros con más paciencia y sin esfuerzo mayor, menos riesgoso que en la forma que comúnmente lo hacen los hombres de esta tierra. Estas enseñanzas le hicieron sobresalir, como el dice: “sobre el gauchaje de mi pago, y donde anduviera y tuviera oportunidad de demostrarlo.”

Una Anécdota de Nuestro Gaucho don Antenor.

Cuenta Alberto Córdoba en su relato titulado “Antenor Sánchez” lo siguiente: “Habíamos ido a Tarija a vender mulas. Antenor montaba una muy nuevita y de hermosa estampa. Todavía no largaba bien su marchado. De tanto en tanto se trababa, si la montaba otro que no fuera él. Un estanciero de esa zona le propuso comprársela y cerraron trato. Llevóse la mula y a la tarde regresó en son de queja, diciéndole:


-Vea don Antenor, este animal no anda como cuando lo vi…
-¡No puede ser! –respondió don Antenor, y añadió: -A ver, bájese. Le voy a demostrar que es de lo mejor y que anda como cuando usted la vio…
Montóla, le movió un poco las riendas, contorneóle su cuerpo, trabándola, y la dejó andar a voluntad. La mula soltó el mismo andar (marchado) que había despertado el entusiasmo y la codicia del estanciero.
-¡Ha visto amigo! –y al hacerla rayar, echaba pie a tierra con las riendas en la mano.
El estanciero la subió y como no andara bien, volvió a protestar:
-¿No ve?... ¡Si no anda!... ¡No hei venío a quejarme de vicio!...
Y le retrucó don Antenor:
-Y, mi amigo, ¡que quiere que haga! Yo le vendí la mula, pero no mis piernas…”



El Costado Económico…

Si bien es cierto, su cuna fue reconfortada por el buen pasar económico de sus padres, don Antenor no supo de administraciones, pues no fue educado en el manejo del dinero. Como él mismo dijera: -“Mi padre nunca me daba dinero para los gastos del viaje. ¡Cuánto se lo agradezco! Así me enseñó a procurarme lo necesario con mi propio esfuerzo.”

El mismo Córdoba escribe en circunstancias en que hablaba con don Antenor sobre el cóndor: -“Siempre he pretendido imitar su conducta –me interrumpe don Antenor-; el cóndor es animal sin debilidades y de mucho amor propio. Dicen que huye de su nido y busca la soledad cuando se siente morir, porque se avergüenza de abrir sus alas abatidas sobre la costra de la tierra y frente a los suyos…”



“Mientras me decía esto, se notaba una velada emoción en su voz, que amenguó, fugazmente, su menuda y recia figura de bronce, en tanto que en sus ojos brillaba la añoranza de la lucha áspera y riesgosa de los caminos y sendas cordilleranos. El sabía que yo no ignoraba que había perdido todos sus bienes en Salta; y por ello, después de un silencio, sin quitar los ojos del cóndor que planeaba en el infinito, añadió con serenidad:
-Y… así es, amigo. Antes de abrir las alas en mi terruño, me vine para acá…”

Formando el Hogar…

“Tiene de su mocedad
Otro premio en Lola Mera;
Su esposa, su compañera,
Que hizo su felicidad,
Con su amor, con su bondad,
Tejió un nido de primores,
Dando desde sus albores,
Hasta blanquiar, el otoño
Un fruto en cada retoño
De sus más puros amores.”
-Estrofa XVI de “A DON J. ANTENOR SANCHEZ - GENUINO REPRESENTANTE DE NUESTRA ESTIRPE GAUCHA” de Félix Sagasta.



Su esposa fue doña Lola Mera, hermana de don Julio Mera, casado con Lía Figueroa, padres de Julio Mera Figueroa. Aunque a la muerte de don Antenor, en una publicación del diario “El Intransigente”, su esposa figura como Arminda P. de Sánchez, lo cual dudo que se trate de la misma persona, creyendo que es la mujer que lo acompañó en los últimos tramos de su vida. En la misma esquela se nombra a sus hijos: Lelia Sánchez Mera (casada con Roberto Espinosa); Arturo Sánchez Mera (casado con Sara Peña Buitrago); Néstor Sánchez Mera (casado con Emma Pena Bores); Ernesto Sánchez Mera (casado con Sara Lía Córdoba Navarro); Lola Sánchez Mera (casada con Mateo V. Gondra) y Sergio Sánchez Mera (casado con Haidée Arzani).

De personaje de un Relato a Autor de un Libro…

Este personaje de “El Viento Blanco”, como dijimos al comienzo, quiso transmitir “para bien de mis hermanos de Patria, escribo este libro que puede ser instructivo y que se hace necesario para que nuestra tradición no pierda, una de las condiciones más gauchas como es manejar con destreza su sillonero.” Por lo que en el año 1956, a la edad de 74 años, publica su libro “Apuntalando La Tradición – Amanse y Arreglo de Potros y Mulas”, el que se divide en dos partes sin nombres cada una y, la primera consta de 14 títulos y la segunda 31. Ambas partes misturan las enseñanzas que hace don Antenor Sánchez sobre los trabajos en los animales para su amanse, con poemas, prosas y cartas escritas por figuras como Juan Carlos Dávalos, Eduardo A Trejo, Alberto Córdoba, Arturo Dávalos, Félix Sagasta, Ing. Romeo M. gaddi (quien compartiera el último viaje a la puna con el ya viejo don Antenor) y el relato de “Las Rondas” de don Abel E. Mónico (padre de otro gaucho famoso de Salta, don Abel Mónico Saravia y abuelo de Juan Pablo Mónico, joven que en la actualidad conserva las tradiciones gauchescas, tanto en su vestimenta como en su conocimiento en cuestiones del campo, amistad, bondad y solidaridad).



Como gaucho de ley y cuidadoso de las relaciones con sus amigos, don Antenor le solicita autorización a don Juan Carlos Dávalos para incluir en su libro “El Viento Blanco”, el célebre escritor le contesta en una breve carta que lo autoriza a publicar su relato y, a la vez, le pide que incluya también una breve relación sobre costumbres camperas que escribiera un amigo en común, don Abel Mónico, sincerándose el autor de “Cuentos y Relatos del Norte Argentino” entre otros títulos de renombre: -“Ud., sabe que yo soy un gallego en cosas del campo y que, aunque autor de “Los Gauchos”, jamás he domado ni perro ni gato.” Para luego despedirse: “Deseándole felicidades y éxito, lo saluda con invariable afecto su amigo Juan Carlos Dávalos”.

El Trabajador y el Político…

“El pueblo que ha valorao
Sus cualidades, su hombría,
Supo darse el gusto un día
De elegirlo diputao,
Y aunque se hubiera negao
Por creer demasiado honor,
Supo ser legislador
Pa bien de aquel pueblo suyo,
Sin vanidad, sin orgullo,
El gaucho don Antenor.”
-Estrofa XVII de “A DON J. ANTENOR SANCHEZ - GENUINO REPRESENTANTE DE NUESTRA ESTIRPE GAUCHA” de Félix Sagasta.



En una gestión que duró un año, porque así fue el lapso por el que fue elegido, don José Francisco Antenor Sánchez, fue diputado provincial de las filas de la “Unión Cívica Radical” (U.C.R.) por Campo Quijano (Salta), ganando en la oportunidad por más de 1.400 votos. Pero también tuvo un trabajo en la administración pública, ya que fue jubilado de la Administración General de Aguas de Salta (A.G.A.S.) de cuyo magro sueldo y con la frente alta, mantuvo su familia, crió y educó a sus hijos en las sendas del bien, consiguiendo algunos de ellos títulos universitarios.

Enfermedad y Muerte…

Después de una penosa enfermedad que lo llevó a tratarse a la ciudad de Buenos Aires y, viendo que los médicos no le podían aliviar en sus dolencias, decidió volver a sus cerros en el “Portal de los Andes” para esperar en compañía de su familia y amigos, el triste momento de la despedida. Faltaban pocos días para que cumpliera los 83 años, pero no llegó. El 8 de enero de 1964 a las 09,45 confortado con los auxilios de la Santa Religión y la Bendición Papal, fallecía en su casa de la calle Güemes 306 de Campo Quijano.


Su fallecimiento provocó un profundo sentimiento de pesar, sus familiares recibieron múltiples mensajes de condolencias. Al otro día, en la Iglesia Parroquial “Apostol Santiago” se realizó un funeral con cuerpo presente a cargo de Monseñor Marcos Lira y de los Presbíteros de Chicoana, Rvdo. Pedro Acuña y de Rosario de Lerma, Rvdo. Padre Ramón Barrufet.



Posteriormente, una nutrida caravana acompañó sus despojos mortales hasta el cementerio de Campo Quijano. El ataúd marchaba cubierto de un poncho rojo, el mismo que de por vida vistiera con tanta gallardía don Antenor Sánchez. Dos gauchos en hermosas cabalgaduras encabezaban dos filas de hombres y mujeres que portaban palmas y coronas, en una expresiva manifestación de típica adhesión al duelo provocado por la desaparición de quien llenara todo un largo y significativo jalón de la historia salteña, enraizadas en sus más puras tradiciones.



En el cementerio, pronunciaron sendos discursos los señores Miguel Aráoz, por la Agrupación Tradicionalista Gauchos de Güemes y Epifanio López, Presidente de la Agrupación Gauchos de Güemes de Chicoana, fundada por don Antenor. Las palabras fueron muy emotivas que por razones de espacio no las transcribimos aquí.



Tal cual la primera oración de “El Viento Blanco” cabe en la última oración de la vida de este noble gaucho salteño: “Antenor Sánchez dio la voz de alto.”



Fotografías:

Imagen 1: Juan Carlos Dávalos (Contratapa de El Viento Blanco de Comisión Bicameral Examinadora de Obras de Autores Salteños (1993);
Imagen II: Tapa del Libro El Viento Blanco C.B.E.O.A.S. (1993).
Imagen III: Antenor Sánchez (Libro Apuntalando la Tradición - 1956)
Imagen IV: Antenor Sánchez (Libro Apuntalando la Tradición - 1956)

Imagen V: Antenor Sánchez (Libro Apuntalando la Tradición - 1956)

Imagen VI: Antenor Sánchez, Diario El Tribuno 10-01-1964. Extraída por Juan Angel Salazar
Imagen VII: Tapa del libro Apuntalando la Tradición.
Imagen VIII: Antenor Sánchez en libro Apuntalando la Tradición.
Imagen IX: Antenor Sánchez con Chacho Rollo en diario El Intrasigente de 10-01-1964. Extraida por Juan Angel Salazar
Imagen X: Placa en el nicho de Antenor Sánchez. Extraida por Rolando Iñigo y Genio
Imagen XI: Foto en el nicho de Antenor Sánchez. Extraida por Rolando Iñigo y Genio
Imagen XII: Nicho de Antenor Sánchez. Extraida por Rolando Iñigo y Genio.
Imagen XIII: Placa en el nicho de Antenor Sánchez. Extraida por Rolando Iñigo y Genio

Fuentes:
DAVALOS, Juan Carlos. "EL VIENTO BLANCO" Ed. Comisión Bicameral Examinadora de Obras de Autores Salteños. Salta: 1993.
 
SANCHEZ, J. Antenor. "APUNTALANDO LA TRADICIÓN - AMANSE Y ARREGLO DE POTROS Y MULAS". Salta: 1956.
 
Diario El Tribuno de Salta, 9 y 10 de enero de 1964.
 
Diario "El Intransigente" de Salta, 9 y 10 de enero de 1964.
 
Libro Nº 5, Folio 16 de Matrimonios de Cerrillos (Archivo Arzobispado de Salta).
 
Libro 10, Folio 208, Años 1878 a 1882 de Bautismos de Cerrillos.